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  ORQUESTA ARIAS CON LA MÚSICA EN LA SANGRE   A comienzos de 1934 Carlos Gardel comenzaba a cimentar su fama en los Estados Unidos, después de haber triunfado en España y Francia. Ya había grabado para entonces temas como “Mi noche triste”,   “La Cumparsita”, “A fuego lento”, “Mano a mano” y “El bulín de la calle Ayacucho”. En Buenos Aires las radios difundían los éxitos de “La Ñata Gaucha”, Azucena Maizani (“La canción de Buenos Aires”, “Milonga sentimental”), y de Ignacio Corsini (“La pulpera de Santa Lucía”, “Fumando espero”, “Palomita blanca”). Aquellos afortunados que contaban con una victrola podían escuchar los discos de Agustín Magaldi, con temas como “El penado 14” y “Acquaforte”. En Devoto, mientras tanto, había comenzado a escribirse otra historia. En algún momento de la década del ´20 Isidoro Arias Gignone, aficionado a la guitarra y amante de la música clásica, se propuso introducir a sus cuatro hijos varones en un mundo de arpegios, melodías y bemoles; de fusa